Les cuento que en Marzo de 2014, procedente de Perú, he vuelto a vivir en Argentina, luego de tres años de viajar por España y casi toda América latina y vuelvo horrorizado por la velocidad en que los agrotóxicos han devastado los ambientes, de ver como la agricultura de muerte que se ejecuta en todas partes, nos va dejando sin abejas, sin insectos, sin animales, sin hombres, sin biodiversidad, sin vida en fin.
He visto como en varios países se poliniza a mano la fruta, tal como he visto hacer con el Lulo en la zona de Neiva en Colombia, y como ya quedan muy pocos poderosos enjambres, como he visto en varias zonas de Costa Rica, Chile y otros países de Centro y Sur América.
He visto como cuando hay enjambres, los mismos son cada vez más pequeños, menos vigorosos, menos vitales, menos capaces de ocupar los gigantescos huecos que les ofrecíamos en la colmena áurea.
Vivo de las tareas que realizo como consultor apícola internacional dictando conferencias y cursos y realizando asesorías personales a particulares y empresas e instituciones, -Tal como hice hace muy poco en República Dominicana y Honduras-, y gracias a ello me mantengo en comunicación con permapicultor@s de muchos países a l@s que, por lo general, conozco personalmente.
Eso me permite aprender mucho y hemos llegado a la conclusión de que las abejas ya no tienen el vigor que tenían, que ya no son capaces de ocupar gigantescos huecos, es por ello que hemos fabricado colmenas con menor tamaño, colmenas que llamamos de transición, en la esperanza de que con ellas ayudemos a las abejas a recuperarse y que, -en el futuro-, sean capaces de volver a necesitar y ocupar nuestras colmenas de mayor capacidad.
Lo que pasa ahora en muchísimos lugares con las colmenas que proponía, es que es difícil que sean ocupadas con enjambres, porque no tienen capacidad para ocupar y defender un hueco tan grande.
Si son pobladas con abejas provenientes de colmenas stándard, con poblaciones estresadas por el manejo que les realizan los apicultores convencionales, en el mejor de los casos ocupan el nido, pero la mayoría de las veces no suben a poner miel en la zona del apicultor.
Esto me tenía muy preocupado, pero lo he solucionado.
Volví a la naturaleza, a observar nidos silvestres, a pedirles a las abejas con humildad que me enseñaran como puedo ayudar a solucionar lo que les pasa, y he encontrado la solución, una inesperada solución que demuestra cuán equivocados estábamos todos los que hemos diseñado colmenas, cuán alejados estábamos todos de lo que de verdad necesitan las abejas para estar tan bien como lo estuvieron durante millones de años sin intervención humana.
Es una colmena que terminé de diseñar y conceptualizar en Nicaragua y en donde en un curso que dicté a un grupo de campesinos, les pedí que me ayudaran a probarla y que, si así lo deseaban, le pusieran un nombre para diferenciarla de las anteriores.
El nombre que eligieron fué el del cacique Nicarao, héroe nacional, jefe de la resistencia que hacían los aborígenes a ser esclavizados en el tiempo de la colonia.
Es una colmena que nos acerca aún más en el propósito de realizar apicultura interviniendo en la colmena lo menos posible. y que en mi fuero íntimo reconozco que es una colmena que no necesita comprobación, pues sigue los principios que han seguido las abejas durante millones de años, facilitándoles lo que han hecho durante tanto tiempo: Llenar por completo el hueco donde habitan con miel si es que la temporada acompaña.
Es mi obligación moral avisarles que la información que encontraban en este manual, ha quedado desactualizada, visto la devastación de los ambientes y la consecuente pérdida de capacidad y vigor de las abejas que se observa en todo el planeta a causa de la agricultura de muerte que se ejecuta sistematicamente en todos lados.
Así que dejaré en este blog solo la información sobre porqué la teoría y la práctica de la apicultura basada en venenos y maltrato que se utiliza en todo el planeta, están en un total y profundo error que está coadyuvando a hacer desaparecer a abejas y apicultores en todo el mundo.
Oscar Perone
oscarperone@gmail.com